Un lugar, un enclave especial
Primeros de julio, amanece, mis piernas, mi cuerpo entero, mi alma, me piden salir a pasear. A recorres los caminos y senderos que surcan Venialbo.
El calor no ha comenzado a arreciar y se nota el agradable olor a húmedo que desprenden los viñedos recién labrados.
Tardencuba amanece en lo alto del monte, quieta, tranquila, sabiendo lo que guarda en su interior.
Allí en silencio espera la visita del caminante, del catador, del cliente, del amigo…
El enclave perfecto para disfrutar de matices únicos que la naturaleza nos ofrece la lado de un gran vino.